Llaman a la puerta y miramos por la mirilla. Resoplamos ante los personajes que hay más allá. Tratamos de no hacer ruido mientras nos alejamos, pero ya es demasiado tarde. No sabemos cómo pero nos han oído.

 

¿Hola?- Dicen bien fuerte, para que nos demos cuenta de que saben que estamos en casa.

Abrimos la puerta y recibimos a regañadientes a estos personajes, que pueden ser conocidos o incluso familiares con los que no nos agrada del todo estar. Pero han venido, y tenemos que atenderlos convenientemente. Tratamos de pasar el rato y que se nos haga lo más corto y rápido posible, pero por mucho que lo intentemos parece que el tiempo no pasa y la velada se hace eterna.

 

Por fin llega el momento y los (no) invitados se levantan y se van. “La próxima vez que vengan no les abro”- Pensamos.- “¿Quién me mandaría a mí comprar uno de esos logo mats en los que se puede leer ‘BIENVENIDO’?”